La Acupuntura es una de las técnicas que forman parte de la
llamada Medicina Tradicional China (MTC), al igual que la moxibustión o la
farmacopea. Es terapéutica lo que quiere
decir que su finalidad es CURAR, bien sea un síntoma o una enfermedad (por
ejemplo, una plétora de hígado nos producirá una serie de síntomas que
desaparecerán cuando la corrijamos. Hablaremos de esto en otra entrada)
Consiste en la introducción y manipulación de unas agujas finas en puntos
determinados de nuestro cuerpo (hay descritos 365 puntos de acupuntura
distribuidos por toda nuestra anatomía) con el objetivo de modificar el Qi, o
energía vital, que fluye por los canales. Su intención va a ser restablecer el
equilibrio natural del cuerpo, ya que se considera que la enfermedad es
producida por un desequilibrio (hay un exceso o un defecto de algo).
A lo mejor todo esto del Qi suena un poco raro. La MTC
considera que la materia va a estar formada por 5 sustancias vitales: el Qi, el
Jing (Esencia), el Xue (Sangre), el Jin Ye (Líquidos orgánicos) y el Shen
(Espíritu). El más importante es el Qi, ya que es capaz de originar el resto de
Sustancias vitales, las cuales se consideran distintos grados de condensación
del mismo. Junto con la sangre y la esencia dan lugar a lo que llaman los “Tres
Tesoros”. Además, hay varias clases de Qi, como el Qi nutritivo (que alimenta a
los órganos y al cuerpo en general) o el defensivo (que nos protege de agentes
patógenos como el viento, la humedad…). Tiene muchas funciones, tales como
mantener la temperatura y los órganos en su sitio (¿a qué creéis que puede
deberse un prolapso, por ejemplo, de colon?), transformarse en el resto de
sustancias o alimentar el cuerpo. Y eso es lo que manipulamos con la
acupuntura.
(Este es el Símbolo del Qi, que significa arroz y vapor, y vendría a ser algo así como el vapor que surge al calentar arroz)
Pero, ¿cualquier persona puede hacer acupuntura?
Rotundamente, NO. Tenemos que tener en cuenta que, en cierta medida, es un proceso invasivo. Te están
introduciendo unos objetos extraños en la piel y, si no están bien
esterilizados, pueden provocarte una infección. Y es FUNDAMENTAL que el
acupunturista conozca la anatomía humana. No puedes pinchar a una persona al
azar. Bajo nuestra piel corren cientos de nervios, terminaciones nerviosas,
tendones y vasos sanguíneos y son estructuras relativamente delicadas. El dañar
un nervio porque se desconocía su trayecto puede conllevar complicaciones para
el paciente. Además, no hay que pensar que las agujas son tan pequeñas como las
que suele haber por casa. Hay distintas medidas, en función de la localización
y las características de la persona, y algunas son muy largas. Se han descrito
casos de neumotórax por acupuntura realizada por personas, obviamente,
inadecuadas para tal tarea.
Por tanto, los únicos que deberían dedicarse a este tipo de
terapia sería personal sanitario cualificado y, obviamente, con un título que
demuestre sus conocimientos en el campo de la Acupuntura. Ante cualquier otro, lo más recomendable es
mantenerse lejos de sus agujas. Por desgracia, la falta de legislación concreta
sobre el tema permite que haya muchos terapeutas sin formación aplicando estos
tratamientos por ahí sin ningún tipo de represalia. Lo mejor es pensar con
cabeza en quién nos va a tratar, en el caso de que decidamos probarla, y elegir
a profesionales competentes.
Aquí acabamos con la entrada. ¡Nos vemos!
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